Las estaciones interiores
Una carta sobre cómo atravesamos nuestros propios inviernos y primaveras internas.
Vivimos nuestras propias estaciones.
Hay inviernos que no se van cuando toca. Veranos que no se disfrutan. Otoños que arrastran nostalgias. Y primaveras que llegan como un suspiro, cuando ya habíamos no se esperaban.
Es cierto que las estaciones del año influyen en el ánimo de las personas: que haya más o menos luz solar, el calor o el frío, los colores de lo que nos rodea… Todo nos afecta. Yo lo noto no sé si como todas o es que observo las sensaciones más de lo habitual.
Con la llegada de la primavera siento una especie de temblor tranquilo que anuncia que algo está cambiando, aunque no sepa qué es.
Sin embargo, no siempre la estación externa coincide con la interna.
Porque hay primaveras que florecen fuera —las terrazas se llenan de gente bulliciosa, las flores reaparecen en los balcones, los árboles sacan a relucir el verde más intenso y los días se alargan—, pero puede que por dentro siga nevando. Hay temporadas en las que nos cuesta quitarnos el abrigo, no por el frío en sí, sino porque aún no nos hemos templado en nuestro interior o nos ha caído una nevada emocional inesperada.
Porque lo exterior y lo interior no siempre caminan al mismo ritmo. Y eso también está bien.
Cada una vive sus propias estaciones.
Hay inviernos que se quedan con nosotras más tiempo del esperado, que se instalan en el cuerpo como una niebla que cubre las flores. Hay veranos que se escapan sin haberlos sentido de verdad, otoños que arrastran nostalgias silenciosas y primaveras que irrumpen cuando dejamos de esperarlas. Porque sí, también nos florece algo dentro cuando menos lo esperamos o ni nos acordamos de esa semilla que una vez enterramos en el corazón.
No todo brota de forma vistosa.
¡Cuántas veces el florecer es íntimo!, ¿no crees?: un gesto pequeño, hacer una respiración honda, el momento en el que eliges con delicadeza cuidar de ti sin prisa, calentar a cara al sol, el olor del mar o un detalle que te da impulso hacia los logros. Muchas veces nadie más que tú se da cuenta. Como cuando, tras mucho tiempo en silencio, te sorprendes canturreando, o ese instante en el que te das cuenta de que llevas unos minutos pensando en algo bonito que te hace sonreir. También, cuando te permites descansar sin sentir culpa o cuando, por fin, dices lo que llevabas semanas callando.
Escribir historias me ayuda a comprender esos procesos. Me recuerda que, igual que los personajes, también atravesamos inviernos emocionales. Y que, igual que ellos, también renacemos en primavera.
Mis novelas también nacen de eso.
La serie Romance en Escocia no va solo de estaciones exteriores, sino de las interiores.
Cada libro —Otoño en Escocia, Invierno en Escocia, Primavera en Escocia, Verano en Escocia— cuenta una historia que habla de momentos vitales. De mujeres que buscan una tregua, que necesitan parar, sanar o volver a empezar. Y en esa pausa, en ese lugar entre el antes y el después, encuentran la esperanza y la confianza.
Escocia fue el refugio perfecto para contarlo. Porque allí la naturaleza no abruma y los hogares son acogedores. Sus paisajes susurran y la calidez que transmiten algunos rincones me daban ese toque cozy que buscaba, que te acoge como un refugio emocional.
Quizá por eso la serie ha conectado con tantas lectoras: porque todas hemos tenido momentos en los que el mundo va demasiado rápido a nuestro alrededor, y buscamos un rincón donde respirar y estar tranquilas. Dicen mis lectoras que son historias que abrazan y se disfrutan.
Quizá tú también estés atravesando una estación diferente a la que marca el calendario. Tal vez aún lleves algo de invierno dentro, aunque fuera broten flores. Si es así, no te apresures, no hace falta correr. La primavera interna llega, antes o después, y las semillas que has cuidado, brotarán.
Y cuando esa primavera llegue, estarás lista. Porque ya estabas creciendo en silencio, como las raíces.
Aprendí hace tiempo a no exigirle a mi cuerpo ni a mi ánimo que vayan al ritmo de nadie.
Que hay días en los que una necesita recogerse, hacerse preguntas o simplemente no hacer nada. Que florecer no es un mandato, sino una decisión íntima que llega cuando tiene que llegar.
🌸 Escribir estas novelas me permitió recorrer mis propias estaciones.
Entender que renacer no siempre es empezar de cero, sino volver a mirarte con ternura. Saber que hay inviernos que duran más, pero también veranos que llegan con una luz que compensa lo demás y te equilibra.
No hace falta que todo esté bien para que algo empiece a estar mejor.
Si estás en uno de esos inviernos internos —aunque fuera ya haya flores—, quizá estas historias te acompañen. Y si estás en una primavera interior, deja que te celebren.
🌿 Romance en Escocia es una colección de novelas feelgood y románticas que hablan de eso: del arte de parar, de volver a ti, de empezar de nuevo sin culpa, de darte ese regalo que mereces cada día, el espacio en el que volver a ti.
Gracias por leer.
Con amor,
DdB
📚 La frase:
No hace falta que todo esté bien para que algo empiece a estar mejor.
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