El amor, el humor y las palabras: lo que hace única a la novela feelgood
y por qué amor leerlas y escribirlas
Siempre me han llamado la atención las típicas frases que denominanos de taza de café, también impresas ahora en camisetas o tote bags. Todas ellas obligándote a vivir con una positividad que a veces está muy lejos de la realidad. De tú realidad. Porque si no lo haces, es que no quieres ser feliz.
La vida no funciona así.
«Hoy es un buen día para ser feliz» (como todos, pero ¿cómo si se me ha salido el agua de la lavadora, mi hijo está resfriado y tengo que ir a trabajar?), «Todo lo que necesitas es amor» (genial, pero ¿puedo comer solo con eso, paga mis facturas?), «La vida es un regalo» (me encanta esto, pero a veces parece un regalo envenenado).
Palabras bonitas, sí, pero que no cuentan toda la verdad. Lo que pretende ser optimismo, puede convertirse en deprimente para muchas personas haciéndoles pensar que no son capaces de seguir esos eslóganes. ¿Y si no todo lo que necesitas es amor? ¿Y si el día no está siendo tan bueno y ser feliz parece una tarea imposible?
Para muchas personas, esas frases parecen demasiado lejanas, casi inalcanzables, posibles solo en un mundo ideal que no se parece al nuestro. Pero luego está ese otro tipo de verdad, la que no necesita ser perfecta para reconfortar. La que te encuentra en lo cotidiano, en los momentos pequeños como te decía en la Carta anterior, en ese primer sorbo de café caliente o en el abrazo de alguien que no pregunta, que solo está. Un mundo imperfecto en el que la esperanza se hace hueco y te invita a vivir con la satisfacción de valorar lo que tienes, tratar de alejarte de lo que te hace daño, y expandir los momentos buenos todo lo posible, para beber de ellos y vivirlos con intensidad.
Por eso amor leer y escribir novelas feelgood. Sobre todo romance. Porque la esperanza, el humor y el amor están siempre presentes en mis historias, aunque no lo haga con intención premeditada. Son la esencia de lo que somos como seres humanos y, al mismo tiempo, el eje sobre el que gira cualquier buena novela de romance feelgood.
El amor como refugio
Escribir sobre el amor no es solo hablar de parejas. Es explorar todas las formas en las que el amor nos conecta, nos transforma y nos salva. El amor entre padres e hijos, entre amigos, hermanos o incluso hacia uno mismo. Cada historia de romance feelgood que he escrito lleva dentro ese mensaje de esperanza: la idea de que siempre hay alguien, en algún lugar, dispuesto a querernos por lo que somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.
Y no hablo de un amor idealizado, sino de ese amor que se construye en las pequeñas cosas. Como cuando alguien recuerda que te gusta el café con un toque de canela, o cuando te hacen reír después de un día complicado. Porque el amor, al igual que la vida, está hecho de detalles. Y esos detalles, tan sencillos y cotidianos, son los que me gusta llevar a mis historias.
El humor que nos une
Hay algo profundamente humano en reír juntos. Es un momento en el que las defensas bajan, las barreras desaparecen y lo único que queda es esa conexión honesta y sincera. En mis novelas, siempre busco un equilibrio entre la emoción y el humor, porque creo que una buena historia no sería lo mismo sin ese toque de ligereza que nos permite respirar entre los momentos más intensos. No escribo comedia, pero siempre dejo espacio para la sonrisa.
El humor, además, tiene esa capacidad de hacer que incluso las situaciones más complicadas parezcan más llevaderas. Recuerdo algunas escenas de mis libros en las que los personajes se encuentran en situaciones tan absurdas que no puedes evitar reírte con ellos: desde una confesión romántica que sale terriblemente mal hasta una metedura de pata épica en la que el orgullo queda hecho trizas. Esas risas compartidas son también una forma de amor.
La imperfección que nos hace humanos
Uno de los aspectos que más disfruto al escribir es la imperfección de los personajes. Nadie quiere leer sobre personas que lo hacen todo bien, que tienen respuestas perfectas o vidas sin conflictos. Lo interesante está en los errores, en las vergüenzas y en esos momentos en los que no sabemos si reír o llorar.
Me llama la atención, muy positivamente, que las últimas series que he visto en televisión no nos muestran mujeres físicamente perfectas (o en el canon de belleza machista típico), hiperinteligentes y ajustadas a un molde que no existe. Entre los personajes masculinos no solía haber tanta diferencia, podía no ser guapo ni fit pero tener una personalidad atractiva. Prefiero que me den una buena historia sin personajes perfectos.
Mis personajes se equivocan, se caen, meten la pata y vuelven a intentarlo. Porque eso es la vida, ¿no? Una combinación constante de ensayo y error, de triunfos pequeños y meteduras de pata que terminan convirtiéndose en historias que contaremos con una sonrisa años después, que nos hayan dejado una reflexión y una posibilidad en nuestra vida. O simplemente hayan sido el momento de evasión que necesitábamos para volver a nuestra realidad más alegres y el corazón esperanzado.
El poder de las palabras feelgood
Escribir novelas feelgood es, para mí, una forma de afirmar que la vida tiene sentido incluso cuando parece que no lo tiene. Es crear un espacio donde los lectores puedan refugiarse, donde puedan reír, llorar y recordar que, aunque las cosas no siempre salgan como esperamos, al final lo que importa es cómo elegimos afrontarlas. Siempre hay esperanza.
En mis historias, procuro mantener esa esencia. Quiero que, al leerlas, sientas que estás viviendo en un lugar donde las cosas no son perfectas, pero sí reales y posibles. Donde las personas se enfrentan a sus miedos, se enamoran, se reconcilian consigo mismas y con los demás, y, sobre todo, encuentran razones para seguir adelante.
Porque, al final, eso es lo que buscamos cuando escribimos o leemos novelas feelgood: la certeza de que el amor, el humor y la vida son siempre posibles, incluso en los días más grises.
¿Quieres descubrirlo por ti misma? Mis novelas, Donde brillan las estrellas y Tú, mi lugar favorito, están llenas de esos momentos que nos recuerdan lo que significa vivir, amar y sonreir. Te invito a adentrarte en sus páginas y encontrar en ellas un pequeño refugio. Porque la vida, con todas sus complicaciones, siempre merece una buena historia.
Con amor,
DdB
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